Analitics

lunes, 1 de febrero de 2010

La Reina sin Nombre de María Gudín


Con la reseña de esta novela de corte histórico pero con algunos elementos fantásticos, en este blog, abro una nueva etapa en la que algunos artículos se verán aquí antes que en mi blog de redactores, fanfiction. No es que no vaya a seguir trayendo aquí algunos de mis escritos, en especial los cuentos, pues no deseo que se pierdan, ya que la historia (del blog) pesa.
Cuenta la historia que el rey Leovigildo caso con una mujer hispano-romana y de ella nacieron Hermenegildo y Recadero, el rey que convirtió España del arrianismo al catolicismo… en realidad convirtió la nobleza, pues el pueblo llano hispano-romano ya era católico.


María Gudín convierte, en la Reina sin Nombre, a esa desconocida mujer en una hija perdida del Visigodo Amalarico, el último rey Balto, y la franca Clotilde. No contaré aquí su historia, pues no deseo desvelar la trama de la novela, aunque sí voy a resaltar algunas de las cosas que más me han llamado la atención.
Una de ellas es la existencia de una copa céltica, que relaciona esta historia con otras historias sobre el Grial. Dejando de lado la dudosa probabilidad que Cristo realizara la Última Cena con una copa de origen celta… o que en algún momento hubiera pertenecido al pueblo celta y la más que probable estancia de la copa de ágata de la Última Cena en tierras aragonesas, después de su salida de Roma, y más concretamente en San Juan de la Peña, pero no podemos descartar que existan otros objetos, celtas, íberos o romanos, venerados por los pueblos y que, uniéndose, dieron origen en el siglo XII a parte de las leyendas del Grial.
Otra cosa que llama la atención, en este momento que vivimos es la elección de una época, el reino visigodo, en que las fronteras eran, ya, muy parecidas a las actuales… y los problemas también. Un reino que abarcaba toda la península, incluyendo lo que hoy día es Portugal, a excepción de las tierras del sur, ocupadas por el Imperio Bizantino bajo el nombre de provincia de Spania pero que los visigodos consideraban tierras propias ocupadas por, el unas veces enemigo y otras aliado, Bizancio y la Septimania, último resto del reino de Tolosa que permanecía bajo control de los visigodos hasta la invasión musulmana. Aunque tal situación dejaba de ser idílica, pues por una parte las numerosas guerras civiles y por otra los restos del reino suevo en lo que hoy es el norte de Portugal, Galicia y Asturias, así como las sublevaciones y rebeliones de las tribus galaicas, astures y cántabras, hacían que el reino tuviera poca presencia en esa parte de la península. Lo que nos lleva a reflexionar acerca de lo poco que hemos cambiado los españoles desde el siglo VI.

 


 

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